domingo, 17 de marzo de 2013

TRAVESÍA: TIGRE - el PALMAR (3ra. parte)

Bienvenidos amigos nautas, esperamos que aún esten por allí para continuar con el relato de nuestra última travesía. Cazen la mayor, o aceleredor a media máquina y disfruten junto a nosotros de la continuación de la nota!

6ta. Pierna: Hoy se cumple la primer semana de navegación y si tuviésemos que definirla en una palabra sería: Impecable! Arrancamos temprano con esta última etapa río arriba que nos llevaría al kilómetro 260, con un río planchado, 33º C y algo más de profundidad que el día anterior. Daría la impresión que esta altura de marea sería la media pues el agua no deja ver costa sino, que llega hasta un pasto corto, verde y tierno. Un punto crítico de esta pierna, que media entre el Banco de Caraballo y el Palmar, es el paso de la Isla Pepeají. Con un veril a babor complicado con bancos a granel y uno a estribor (el uruguayo) de piedras, y entiéndase literalmente, esta parte de la travesía demandó muchísima atención y se realizó a través de cuatro enfilaciones consecutivas. La primera, apenas ingresando al paso, entre la boya roja del km 235,800 (de la que habrá que guardar buena distancia de respeto, dado que a estribor de esa boya se ven las primeras rocas si el río está con altura media) y el primer par de balizas ubicadas a unos dos mil metros, sobre costa uruguaya. La segunda, entre las primeras balizas y otro par a unos 4.500 mts., también sobre la misma costa, a la altura media de la longitud de la Isla Pepeají que se encuentra enfrente. La tercera, entre las segundas balizas y la boya roja del km 246,200. Y la cuarta, desde esa boya hacia un muelle y edificación en desuso que se encuentra en la costa argentina llamado embarcadero Salvia, hasta alcanzar el medio del río.
Ah, una aclaración bien válida, cuando hablamos de balizas nos referimos a dos postes de aproximadamente un metro de altura que el croquis del Servicio de Hidrografía Naval así los define.

Entre la tercera y cuarta enfilación, frente a la Estancia Santa Rita, nos cruzamos con la arenera Amambay que navegaba de norte a sur cargada, con toda su proa encallada en la lengua de la Pepeají, en el medio del Uruguay.

A partir de allí seguimos navegando por el medio del río cayendo suavemente a estribor hasta la boca del Arroyo Malo (ROU) en donde fondeamos. Hasta ahí habíamos navegado 197 Millas náuticas en 34:30 hs., durante 7 días. Era el día 14 de febrero, nuestro día de aniversario de casados y coincidentemente el Día de los Enamorados.

El Palmar nos regaló el mejor atardecer de todo el crucero, estábamos felices… Luego llegó la noche y se escucharon sendos cristalinos y sutiles choques de copas bajo una luna en cuarto creciente, de color naranja, que iluminaba la costa del Parque Nacional el Palmar, al Río Uruguay y a nosotros sobre la cubierta del Palometa. No podíamos creerlo, ser parte de semejante belleza y tamaña paz.

Por la mañana, nada había cambiado, la magia todavía existía. Mientras desayunábamos, tiramos unas líneas sobre una hoja de papel para armar un cronograma de viaje para los días venideros, simplemente para tener actualizadas las jornadas disponibles y la duración de la estadías en el Arenal y Gualeguaychú. Además contábamos con que a partir de ese momento el viaje sería más rápido pues volveríamos sobre nuestro propio track. A la ida en cambio, fue imposible cargar la cantidad de waypoints de todo el viaje, solo se cargaron los puntos destacados, bifurcaciones, peligros aislados, boyados especiales, puertos y clubes náuticos. El resto quedó librado a las cartas, los croquis, algunos apuntes y a los binoculares.

1ra. Pierna de Vuelta: Dos horas y media tardamos en bajar hasta el Banco Caraballo. En el viaje volvimos a ver a la Amambay todavía varada. Fondeamos a unos veinte o veinticinco metros de la costa y nos dispusimos a desembarcar. Con la ayuda del auxiliar tomamos el arenal por asalto, era todo para nosotros. Hectáreas y hectáreas de arena, algunas forestadas y otras como el Sahara, ofrecían contrastados paisajes para todos los gustos. Con las primeras estrellas improvisamos una cena en el arenal y chapuzón a la luz de la luna hasta que el cansancio nos hizo abordar. Al día siguiente, fuimos visitados por un grupete de niñas que salieron de la nada, dedujimos que venían de alguna chacra cercana.

Previendo toda una jornada playera, improvisamos con el foque una carpa casi en la orilla que aprovechamos hasta que de casualidad miramos hacia el Oeste, un frente de tormenta cobraba dimensión rápidamente. Tuvimos tiempo de llegar hasta el barco, descargar el kit playero e izar el motor y a continuación, una nube de arena se alzaba sobre el río cubriéndolo todo. Rachas muy fuertes de viento hacían difícil el colocar las cenefas y comenzaban a levantar oleaje. Estando al cincuenta por ciento de la maniobra de cierre, puesta de trajes de agua y chubasqueras, estalló una lluvia de esas que se recuerdan por mucho tiempo.
Debido al conjunto de condiciones, el garreo del ancla hizo que durante 45’ a una hora, a máquina, le diéramos proa a la tormenta hasta que amainó, volvimos al mismo lugar del principio y fondeamos. De repente el VHF cobró vida, lo teníamos encendido desde el inicio de la tormenta pero el silencio era total, los veleros de la Regata Fiesta Artesanía 2013, que había organizado el Club Náutico Colón, se reportaban a Prefectura Colón indicando su posición y el estado. Algunos enfacharon bajo el Puente Colón – Paysandú, otros entraron a puerto y solo uno tenía destino incierto, hasta que se reportó más tarde.

Tardamos un buen tiempo en secar todo lo que pudimos, pusimos unos toallones sobre la cama, que estaba empapada por no haber podido cerrar la lumbrera a tiempo, y tratamos de dormir. Toda la noche y parte de la madrugada estuvieron “moviditas”, recién a eso de las siete mejoró y eso nos dio unas dos horitas para dormir plácidamente.

2da. Pierna de Vuelta: Aunque las condiciones meteorológicas no eran muy estables, decidimos navegar todo lo que se pudiera con el fin de adelantar camino dado que la inestabilidad se mantendría por unos días y entonces sería sano, de haber alguna alerta, estar en conserva. Así fue que zarpamos y una hora y media después estábamos pasando frente a los balnearios de Colón, los mismos que de ida estaban repletos y hoy solo contaba con algunos aventureros que caminaban por la orilla. El canal de vuelta fue fácil de encontrar y estaba marcado con unos bidones cuadrados blancos que dejamos por estribor, seguramente no los vimos al entrar por el oleaje y el alto tráfico náutico de ese momento.
Salimos del Paso San Francisco y descubrimos, frente al Puerto de Paysandú en la Isla Caridad, alguien que había corrido nuestra misma suerte y había puesto todo a secar.

Por momentos la llovizna empapaba el parabrisas y las rachas de viento eran raleadas del SE. Pasamos por la boca del canal entre la costa Argentina y la Isla Pelada, en donde se encuentra un complejo turístico de muy buena calidad llamado La Aldea y seguimos bajando. Entramos al Puerto de Concepción por el Riacho Itapé y seguimos río abajo, la idea era llegar hasta la Isla Juanico, mismo lugar de fondeo del final de la tercera pierna. Casi nueve horas después de zarpar del Banco de Caraballo estábamos fondeando cerca del muelle de Juanico y recibimos un alerta amarilla de tormenta, granizo y fuertes vientos del SE de Control Mercedes.

Continuará…