lunes, 11 de marzo de 2013

TRAVESÍA: TIGRE - el PALMAR (2da. parte)

Continúa de la nota anterior...

Luego de analizar las cartas, los croquis y hacer unos pocos cálculos, obtuvimos nuestro punto de fondeo en el Canal de la Boca Chica, cerca del muelle de la Isla Juanico, sobre el Canal Secundario del Uruguay, aproximadamente a la altura del kilómetro 133,600. Hora calculada de arribo: las 18.

Estábamos tomando unas fotos al extinto frigorífico Anglo, al Club de Remeros y al puerto de Fray Bentos (ROU) cuando nos cruzamos con la finalización de la segunda etapa de la 45º Regata Internacional del Río Uruguay – Carnaval 2013, que había partido de Nuevo Berlín (ROU) a las 11:35 hora uruguaya. Un espectáculo hermosísimo coronado con el saludo eufórico de algunos regatistas amigos de la web hacia el Palometa, estábamos más que orgullosos por semejante demostración de afecto.
Mientras tanto el Puente Internacional Libertador General San Martín, que une Gualeguaychú con Fray Bentos se acercaba rápidamente. Esta espectacular obra de ingeniería, de 45 metros de altura y 210 metros entre las columnas del paso principal, reclamaba pruebas fotográficas de nuestro paso. Seguimos sumando boyas y a la altura del km 117,800 nos recostamos sobre la costa argentina para ingresar así al Canal Secundario del Uruguay, solo faltaban unos 16 kilómetros para finalizar esta tercer singladura, las 41,5 Millas náuticas recorridas en esta jornada de 7:15 hs. se habían hecho sentir.
Muelle de la Isla Juanico
 4ta. Pierna: Tuvimos toda una noche de mucha actividad eléctrica pero por suerte solo llovió una hora a la madrugada. El paraje elegido para pasar la noche fue como un regalo para nuestro cansancio, la quietud y el silencio actuaron como somnífero natural para descansar por diez horas. Zarpamos al mediodía con una brisa del W y 31º C y a la hora de estar navegando los cata vientos cayeron a plomo y el termómetro marcaba 32,9º C. Navegamos durante cinco horas, refrescándonos de vez en cuando en las playitas de la Isla Rica y Cambacuá antes de llegar al Riacho Itapé, Concepción del Uruguay.
Una vez dejado el puerto sobre babor primero y el edificio del Destacamento de PNA y Aduana después, seguimos por el Riacho Molino hasta el segundo embarcadero y así llegamos al Yacht Club Entrerriano en donde nos recibió, previo despacho por canal 71 Carlos, alojándonos en una amarra de cortesía en el muelle principal. Este club cuenta con unas impecables instalaciones: baños con duchas de agua fría y caliente sin horario de restricción, pileta de natación a la cual se puede acceder sin inconvenientes, agua potable y electricidad para el barco, bar y restaurante del que les recomendamos prueben el pollo a la pizza (abierto todos los días. Ej: Suprema a la napolitana, pollo a la pizza, 1 ¼ de gaseosa y postre = $130).

Al día siguiente se acercaron algunos socios para ver al Palometa, quienes devolvieron la buena onda compartiendo con nosotros varios ríos, pasos y lugares que visitar y/o en donde hacer noche. Además de tomarnos un día de descanso, habíamos planificado repostar combustible allí y sabíamos que había que subir al centro con bidones. A unas diez o doce cuadras del Yacht Club, en la esquina de las calles Mitre y Supremo Entrerriano, se encuentra una estación Esso en donde llenamos con sesenta litros de gasoil ambos bidones, los dejamos en guarda y nos fuimos a caminar por el centro. Un rato largo después volvimos a la estación, por veinticinco centavos llamamos un remis al 427 777, desde el locutorio que tiene el bar, y por $10 volvimos al Club. El calor de las primeras horas de la tarde se hacía sentir, un buen chapuzón en la pileta, una porción de rabas con una cerveza negra helada y todo volvió a la normalidad.

5ta. Pierna: La salida de Concepción se postergó hasta las 15 hs a causa de un frente de tormenta que avanzaba desde SW. Partimos con un viento flojo del tercer cuadrante y 34,9º C, un infierno. A partir de aquí el Canal Secundario desaparece y hay que volver al Principal, así que tomamos el canal de acceso navegando por el medio y dejando la escollera a estribor, al tener el faro con la imagen de Stella Maris al través enfilamos a la boya del km 187,100 y poco después estábamos en pleno canal. Ahí se notaba la influencia del viento, que se había incrementado un poco produciendo unos “corderitos” que rompían en la aleta de babor del Palometa. Es importante mencionar que en adelante debimos tener especial cuidado en navegar siempre por el canal, cuidándonos del boyado faltante dado que los bancos abundan y algunos pasos pueden volverse muy estrechos. Precisamente eso fue lo que nos sucedió en Colón, frente al Hotel Quirinale, un momento de distracción, le pifiamos a la canaleta y terminamos sobre un banco de arena.

Con el río movido y una incipiente llovizna la zafadura se complicaba, así que resolvimos poner la escalera de popa, reconocer el fondo a pie y así encontramos nuevamente la canaleta. Acomodamos el barco desde el agua, subimos, pusimos en marcha el motor y retrocedimos por sobre el mismo lugar desde donde nos habíamos encajado. Ante ese cuadro, lo primero que atinamos fue a volver sobre nuestro track (el marcado en el GPS) y llegarnos hasta el Arroyo Candel (ROU), ría que habíamos visto antes de encarar el Paso San Francisco. Ya eran las siete de la tarde y el escenario no estaba como para intentar un nuevo ingreso. Pero en ese momento suena el celular… - Hola! ¿Lucio?

Si, era nuestro amigo Cerretani que desde el Puerto de Colón, y debido a los mensajes que nos habíamos cruzado en días anteriores, nos estaba viendo llegar antes de volverse a Baires, Aunque nos separaban unos tres mil metros, este “vaqueano de la ostia” nos marcó la derrota para volver al canal por teléfono! La sensación que teníamos a bordo había rotado unos 180º en relación a la que teníamos treinta minutos antes. Nos sentíamos acompañados en un río desconocido y ese es un estado de increíble emoción. Nos despedimos de Lucio agradeciéndole el incentivo a realizar este viaje y, por supuesto, el empujón de hacía un rato.

Liebig por la mañana
Seguimos río arriba hasta que las últimas luces del día nos invitaron a fondear, casi sobre la playa misma de la Isla del Queguay Grande, frente a la Fábrica Liebig, en el Paso Peruchoverne, a la altura del kilómetro 230, el cual ofrece un fondo de pedregullo y arena. Asegurados y habiendo realizado la rutina del repaso de los puntos críticos, nos dispusimos a cenar y brindar con un blanquito dulce natural, cosecha tardía. La singladura del día siguiente sería la última de trepada, destino final: El Palmar de Colón!

No se alejen que todavía hay más... continuará.